Los Alamos y su nuevo disco: «El sonido viene de una maduración»

Publicado por disorder.cl

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Después de lanzar «El fino arte de la venganza», giraron por Europa, para luego traer su narcocountry/folk nuevamente a Santiago, en cuatro fechas. Los argentinos (y estadounidense) de Los Alamos tienen motivos para celebrar. De estos últimos, de su venganza, sellos independientes y anécdotas freak, hablamos en esta entrevista pasada a marihuana y fernet.

Por Sebastián Fredes  / Fotos: Rosario Oddo

Peter (voz y guitarra acústica), Jonah (mandolina y armónica), Andrés (bajo), y Gabriel (acordeón y trompeta) parecen aletargados por el calor y algo agotados. Es que no es para menos: la noche anterior, su vuelo a Chile vía Montevideo se retrasó y tocaron dos horas después de lo programado en el Bar Constitución. Jonah, el gringo de la banda, enumera las tocatas que tuvieron en dos meses en Europa: «Como sesenta contando la de Los Palos Borrachos», banda compuesta por integrantes de Los Alamos, de la que él es cabecilla.

«El fino arte de la venganza» (Cuatrero Records, 2008), tercer disco de Los Alamos considerando el EP «Emboscada» y el debut «No se menciona la soga en la casa del ahorcado» (2005), fue masterizado por Don C.Tyler, el mismo que trabajó con Bob Dylan, Rolling Stones, Beck, Sigur Ros, entre otros. Como sea, Peter confiesa que «mientras grabamos fumamos un montón». Y así se escucha.

¿Por qué la venganza es un fino arte?

Peter: El nombre es sólo un juego de palabras, cuando se escucha cómo suena. No tiene un significado muy profundo. O sea, es serio, pero nunca lo analizamos en el sentido de la venganza. Teníamos una canción que se llamaba así y no había quedado en el primer disco. No nos salía bien, a pesar de que siempre la trabajábamos harto, pero de repente fue la canción más representativa de la banda. Le pusimos así porque, como no estuvo en el «No se menciona…», y este disco se lo merecía. Una suerte de desquite.

Jonah: Claro, pero también tiene que ver con cómo son las cosas actuales en Argentina, donde ser músico es muy difícil. Vinimos acá y vemos que pueden sacar discos, cosa que a nosotros nos cuesta. Llevamos 800 personas a un recital, pero no tenemos plata para un disco. Ser músico allá no es fácil. Y el nombre era un juego de eso, onda «somos capaces de sacar un álbum sin firmar con Universal».

¿Cómo llegaron a trabajar con Don C. Tyler?

Andrés: El socio de Gonzalo Rainoldi (productor), Facundo Rodríguez, trabajó varios discos con Tyler. Salió la posibilidad de masterizarlo, averiguamos de su estudio, vimos su impresionante currículum y empezamos a negociar.

Jonah: Creo que costó el doble de lo que nos sale en Argentina, pero es mucho mejor. Ese fue el precio para independientes. Porque para Madonna o Beck cobra otra cosa. Con la masterización se escucha bien el disco, pero el sonido viene de nosotros, de una maduración de la banda.

Su música está pasada a marihuana ¿Para este disco hubo mucho de eso?

Jonah: ¡Tengo que tocar con ello, pibe! (risas)

Peter: Mientras grabamos fumamos un montón. Si hay, lo hacemos todos los días y además tomamos fernet. El ron fue para primero disco. Yo para tocar fumo antes y, bueno, también después (risas) ¿Para crear?… También (más risas). Cuando lo haces te quedas como tres horas pegado en lo mismo, pero no te quita creatividad, sólo te hace más lento. A mí me gusta, pero no todos fumamos.

Jonah: Para este disco sí hubo más, porque tuvimos un contacto muy bueno.

Andrés: Una vez este dealer se fue del cumpleaños de su hija para llevarnos porro (ríe).

Vienen llegando de Europa ¿Qué tal la recepción? ¿Alguna tocata para la historia?

Jonah: Estuvo buena. Tocamos en todas partes, como un castillo, un barco, un vagón de tren y en festivales al aire libre.

Peter: Tocamos en varios locales pequeños, de máximo 20 personas.

Gabriel: En Hamburgo estuvo muy bien de público.

Andrés: Fue donde más tocamos, como cinco veces.

Peter: Ahí nos presentamos, para empezar,  en un lugar debajo de un puente en el que pasaban trenes, o sea todo el tiempo había ruido. Llegábamos de un festival al aire libre, a todo trapo, hasta éste lugar sucio y oloroso, porque cuando entramos limpiaban los baños y era un asco. A su dueño se le caía la piel y se parecía a Charly García. Nosotros pensamos «qué loco tocar acá», pero en la noche se rearmó y fue un concierto salvaje. Terminamos mojados con birra (chela) que la gente nos tiraba y se rompió una bola de espejo. Creo que los alemanes son re excitados. Después fuimos a Berna (en Suiza) -y ésta es una anécdota para los chilenos- porque el programador tenía una remera de Hielo Negro. Las bandas latinas que hacen rock and roll, no rock latino, para ellos son sorprendentes, exóticas y, en muchos casos, mejor que las europeas que tocan rock americano.

Su estética me hace pensar que pasan todo el día componiendo bajo un mismo techo ¿Cómo viven allá?

Peter: No vivimos juntos, no componemos todo el día y ensayamos muy poco. Bueno, todos trabajamos y es imposible dedicarse incluso a medio tiempo a la música. Sólo ensayamos cuatro horas a la semana.

Jonah: No estamos ni cerca de vivir de Los Álamos.

Peter: Pero es bueno que la gente, o vos por lo menos, note que parecemos una banda que toca todo el tiempo.

¿Es tan dura la escena independiente argentina?

Peter: Sí. Hay contrato para las bandas, pero siempre son una mierda. Para empezar no hay mucha ayuda de la secretaría de cultura o lo que sea. Tampoco la buscamos, por estar acostumbrados a no tenerla. Además, es difícil conseguir lugares para tocar.

Gabriel: Siempre terminás pagándole vos al local. Nunca te rinde como para sacar plata de la fecha.

Jonah: Una presentación que hicimos en Buenos Aires antes de ir a Europa, y tocar a veces en lugares de hasta 4 mil personas, no nos trataron bien. Un par de amigos no podían entrar porque no iban bien vestidos. Ahí perdimos plata, por ejemplo.

Cuando las bandas de allá firman con sellos grandes ¿Creen que les trae costos creativos?

Peter: No sé si son tan presionadas en ese sentido. A nivel artístico, las bandas que llevan 20 mil personas para mí son bastante nulas, artísticamente de cartón. Creo que el sello les saca muchísima plata gracias a que mueven a la gente del barrio, de la cancha. Son pésimas, pero ahí está la plata. No nos interesa firmar con sello grandes, porque por experiencias de amigos sabemos cómo funcionan. A nuestro nivel no nos sirve, a pesar de que nos busquen.

Jonah: Por ejemplo, una banda amiga firmó con Universal y les va igual. Ahora no tienen discos para regalar a sus amigos, ni siquiera para ellos, porque los tienen que comprar. Y no están tocando en Miami ni Inglaterra, siguen en el mismo circuito.

Peter: Si nosotros hubiéramos firmado con un sello como Sony o, ni siquiera eso, sino uno independiente pero que tenga el mismo contrato que uno grande, no hubiéramos ido a Europa, porque el contrato es el mismo. Calcado.

¿Cómo ven eso en Chile?

Jonah: Me parece que acá son todos amigos, por más de que a uno no le guste la música del otro se apoyan entre sí. Parecen una familia. Ese apoyo no lo vemos en Argentina. Allá hay más competencia entre las bandas, porque una vez al año el gobierno auspicia a alguien al que le paga bien. Entonces hay diez mil bandas que quieren entrar en ese festival. Tenemos amigos que tocan, pero hay una especie de competencia. No es como acá que todas las semanas toca una banda en la SCD, allá eso no existe.

Cuando están en vivo y se aburren de tocar las mismas canciones ¿Actúan?

Jonah: No creo. O sea, hicimos más de 30 shows en Europa y, por ahí sí, hubo un par de fechas en que no lo pasamos bien, sólo pusimos la cara y nos fuimos. Lo que pasa arriba del escenario es que después de tocar tanto un disco, te sientes tan cómodo que ya te llega otro nivel de expresividad. No estás actuando, porque te sientes tan a gusto con el tema que puedes sobresalir.

Peter: Con estas canciones, que ya tocamos un montón, tengo la tranquilidad de que salen bien y puedo tocar relajado.

¿Algo que quieran agregar?

Peter: Fumen porro (risas)

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