Ave Fénix: Cabeza de Travis, cuerpo de The Killers y patas de Starsailor

Publicado por Francisco Franetovic

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El primer Festival Fénix fue todo un éxito. Un Arena Santiago prácticamente lleno recibió el primer gran festival del segundo semestre, con Travis como caballero y The Killers como escuderos. Starsailor abrió y el resto es historia. Ahora a esperar a Dandy Warhols-Phoenix y The Police-Beck.

Fotos gentileza de Comunicados Prensa y Bernardita Ponce

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Starsailor pareció intentar el viejo truco de ir in crescendo y no les resultó. La guitarra de James Walsh fue pura intrascendencia (sobretodo en ‘Silence is Easy’) y a ratos parecía que fueran Keane. Batería, teclado y un gordito inglés muy bien educado.

Igual hicieron su pega: la gente se movía, tal vez por ansiedad, pero bailaba. Sobre todo cuando Walsh hizo una especie de cover de ‘Suspicious Mind’ (famosa por la interpretación de Elvis Presley). O cuando versionaron el hit ‘Umbrella’ (ver video) de Rihanna, la niña mimada de Jay-Z. Al final, alargaron a diez minutos su single más conocido: ‘Four to The Floor’. Con versión disco incluida.

Una frase resume bien el recibimiento del respetable: cuando más los aplaudieron fue cuando anunciaron que luego venía Travis.

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Se notaba que Travis era la razón de haber estado ahí para parte importante del Arena. El griterío empezó apenas sonaron los vientos del tema principal de Rocky I. Fran Healy, Andrew Dunlop, Doglas Payne y Neil Primrose subieron al escenario vestidos como boxeadores e, inmediatamente después que se despojaron de sus disfraces, sonó la batería a lo Iggy Pop de ‘Selfish Jean’. La «cancha-VIP» (un nuevo invento chileno, que básicamente aleja del escenario a los de «cancha normal» para que la gente VIP ocupe la mitad -o menos- del espacio destinado) sumó fieles y comenzó lo que sería el show más completo de la noche. El único donde el sonido acompañó.

En el fondo era lo más lógico. No por nada llevan más de diez años tocando y cinco discos editados. El tiempo para ellos ha pasado para mejor. Todos apuntan para el mismo lado y Healy -que parece ser un frontman de esos buena onda- lograba entusiasmar a los presentes conversándoles en perfecto inglés.

En general, el público cantaba prácticamente todas sus canciones. Healy parecía estar hilando las frases más optimistas del mundo al cantar ‘Why Does It Always Rain On Me‘. Y así fue todo el tiempo, canción tras canción. Pura felicidad. Supongo que escoceses bien humorados no se ven todos los días.

Cleus Björklund (el pianista sueco que los acompaña en sus giras) lo subieron al columpio antes de tocar ‘Good Feeling’, de su homónimo primer disco. Cuando viniera el sólo de piano, todos tenían que apuntarlo con el dedo y gritar «Claus!, Claus!, Claus!». Después, Healy le pidió que hablara un par de cosas en sueco. Justo al lado mío tenían que estar los dos únicos suecos del lugar, que se volvieron locos. Seguramente dijo algo divertido.

Para los que disfrutan de los set-lists, Travis repasó sus cinco discos: desde ‘All I Wanna Do Is Rock’ (de Good Feeling) hasta ‘Closer’ (de The Boy With No Name). Pasando por ‘Writing To Reach You’, ‘Turn’, ‘Sing’, ‘Side, ‘The Beautiful Occupation’.

El momento emotivo de rigor fue cuando todos cantaron ‘Flowers In The Window‘ en torno a Healy y su guitarra. Perfecto.

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Al final venía el supuesto plato fuerte: The Killers. El intermedio fue más largo de lo recomendable. Y claro, como buen show gringo, la producción no escatima esfuerzos. La batería rodeada de flores, adornos luminosos y un telón anunciando su último disco de estudio: Sam’s Town.

Justamente fue ‘Sam’s Town’ la primera canción que hacía retumbar el Arena. La cosa pintaba demasiado bien para ser verdad, pero no por mucho tiempo. Pasó lo de siempre: el sonido y su rol antagónico en los recitales santiaguinos. Anoche, a duras penas se podía diferenciar cuando Brandon Blowers -el vocalista- pasaba de una palabra a otra.

Aparte de ese detalle. The Killers sonaba fuerte. Era hit tras hit. Lo extraño fue que no reservaron para el final las canciones que todos esperaban (‘Mr. Brightside’, ‘Somebody Told Me’, ‘Smile Like You Mean It’ o ‘When You Were Young’). Sólo ‘Read My Mind’ quedó para después del encore. Y fue el punto más alto de un show que tal vez por ser demasiado pretencioso, se pasó de revoluciones y terminó sonando no del todo bien.

Aún así, el público coreaba la que viniera, incluso las pausas acústicas (como ‘Tranquilize’) a cargo del propio Flowers y el guitarrista con aires a Marc Bolan, Dave Keuning. Lo de The Killers es un show que, con problemas y todo, no pasa desapercibido.

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